Castillo de Consuegra

En lo alto del “cerro Calderico” junto a los “quijotescos” molinos se encuentra el Castillo de la Muela, o también conocido como el Castillo de Consuegra. A sus pies, esta ilustre localidad toledana.

Otra perspectiva del castillo de Consuegra

Siglos lleva siendo testigo del devenir de los consaburenses, debió ser una torre de vigilancia en origen, erigida durante el Califato de Córdoba. En 1097, Al-Mu’tamid lo cedió a Alfonso VI, por pacto matrimonial, ya que el rey se casaría con la princesa sevillana Zaida. El castillo se consiguió sin guerra pero poco duró la ocupación cristiana porque, en agosto del mismo año, Alfonso VI perdió la fortaleza tras ser derrotado por los árabes en la batalla de Consuegra, en la que murió peleando contra los almorávides Diego Rodríguez, el único hijo varón del Cid Campeador.

Finalmente Alfonso VIII lo conquistaría en el siglo XII, cediéndolo a la Orden Militar de San Juan de Jerusalén, quien le daría su forma actual, allá por el año 1183 que estableció en Consuegra la capital de su priorato de La Mancha.

Vivió su esplendor durante los siglos XIII y XV y, aunque continuó habitado, fue sufriendo un paulatino pero inexorable proceso de abandono. Tras la invasión francesa y la campaña de Napoleón en España (1808), fue ocupado por una guarnición de soldados franceses (1809-1813) que lo destruyeron al retirarse. Después del destrozo napoleónico de inicios del XIX, sufrió la desamortización de Mendizábal (1836), lo que implicó su expropiación, abandono, incendio y destrucción progresiva. Pero, en 1962, el Ayuntamiento de Consuegra adquiere el castillo e inicia un proceso de restauración integral.

Interiores del castillo de Consuegra

La estructura de este castillo es inusual. Está constituido, básicamente, por un cuerpo central cuadrado con una gran torre cilíndrica en cada uno de sus lados. El recinto está rodeado por una barrera de la que sólo quedan restos en la parte que da al patio de armas.

El castillo de Consuegra está rodeado de una barrera defensiva

Al pasar el primer muro, hay un espacio vacío denominado centinela, desde donde se accede al castillo propiamente dicho, que está rodeado por la barrera defensiva. La puerta de entrada se enmarca entre dos estructuras cúbicas, y sobre ella se encuentra el escudo del Prior de la Orden, Juan José de Austria, y el de los Álvarez de Valencia. Entre las estancias interiores destacan el aljibe, cubierto con bóveda de cañón, un patio interior y los archivos de la Orden de San Juan, destruidos por los franceses en 1814.

La torre albarrana, elemento defensivo de los tiempos árabes, es de forma circular y se encuentra en la parte meridional del castillo. Un adarve comunicaba la torre con el resto del conjunto. Es de altura considerable porque dentro se compartimenta en cuatro pisos.

Los muros del castillo son de mampostería, técnica constructiva que trabaja poco la piedra, el material más empleado por su dureza y abundancia. En su interior quedan restos de un hormigón muy diferente al empleado actualmente.

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Mesas montadas para dar el servicio en Abrasador Canela y Limón